Yo te elijo

05.08.2021

Desde su lanzamiento en 1995, muchas generaciones han crecido jugando los videojuegos, coleccionando las cartas y tazos, viendo el anime y las películas, e incluso deseando tener uno de ellos al cumplir 10 años. Satoshi Tajiri no solo creó la franquicia de Pokémon, sino todo un mundo de posibilidades que aún hoy, 26 años después, sigue expandiéndose e innovándose. Pokémon fue concebido como un videojuego donde capturabas monstruos para luego enfrentarlos entre sí, incluso su nombre deriva de poketto monsuta, en inglés Pocket Monsters (monstruos de bolsillo). En su mundo ficticio estos seres evolucionan (a veces de formas poco lógicas), poseen formas súper variadas y luchan entre sí con ataques de diferentes tipos. La fantasía y la virtualidad, permite todo ello, pero ¿Podrían los pokémon realmente existir?

Podemos contestar esto ayudándonos de la rama de la Biología especulativa, la cual busca plantear la posibilidad de existencia de criaturas fantásticas en base a teorías y leyes naturales. Recordando siempre que todo son posibilidades según nuestro conocimiento actual. Tené en cuenta también que, por esta vez, buscaremos respuestas en la evolución neodarwiniana, sin entrar en la gama de posibilidades que nos permite la ingeniería genética.

Para nuestra suerte, el creador de Pokémon era fan de recolectar insectos y le interesaba la biología, así también, el equipo de diseño se basó en muchos seres vivos reales para sus monstruos, al menos al inicio, ahora ya hay hasta un pokémon helado y uno bolsa de basura. En fin, gracias a eso muchas formas pokémon pueden ser posibles, como por ejemplo Arcanine, sería un perro de gran porte como el Chow-chow con algún mecanismo para expeler fuego, un estómago que almacene alcoholes inflamables quizás, y una gran red de vasos capilares que expelen calor para aumentar su temperatura externa. También Persian, un gato siamés de tamaño XL, inclusive algún puma, cuya piedra en la frente sea una forma de calcificación o mineralización expuesta que sirva tanto de reserva mineral como para atracción sexual. Del mismo modo, en cada generación se incorpora un patrón de pokémon que podrían existir sin mucho problema al no despegarse de la forma básica del animal en el que se basan. Hablo de los "pokémon pajarito" como Pidgey, Spearow o Starly; los "pokémon gusanos" como Caterpie, Wurmple o Scatterbug; los "pokémon" pez como Magikarp, Goldeen o Finneon; y los "pokémon roedor" como Rattata, Zigzagoon o Bidoof.

Ahora bien, la cosa se complica si pensamos en los "pokémon planta", no el tipo, sino los que literalmente son plantas andantes. El reino biológico Plantae se caracteriza justamente por la falta de desplazamiento, o sea, no andan de gira por ahí. Aunque cabe aclarar que sí se mueven al cambiar la posición de sus hojas, sus flores, sus zarcillos, etc, en busca de algo en particular, esto es llamado tropismos. Pero necesitamos que nuestro pokémon se desplace para evadir golpes críticos y no quedar chamuscados por una Llamarada, debido a esto dentro del reino Plantae difícilmente pueda existir un pokémon.

¿Existe en la naturaleza algún grupo parecido a una planta y que se desplace? Por suerte sí: los Chromista. Este grupo de seres que generalmente se los llama "algas", se encontraban previamente en la gran bolsa de gato llamada "Protistas", aunque hay una gran variedad dentro de estos. Entonces podemos pensar que pokémon como Oddish sean una gran colonia de cromistas, algo así como algas pardo-amarillentas (Chrysophyceae) o dinoflagelados (Dinophyta), o inclusive una forma derivada que logró la pluricelularidad en esos grupos. Tenemos así un ser que fotosintetiza, puede generar tejidos de células vegetales y posee manera de saltar y caminar por ahí. Pero, ¿Cómo pasar de un manojo de algas a un bulbo con hojas? La respuesta podría ser que, al salir del agua, este cromista en su paso para formar un Oddish haya tenido las mismas presiones selectivas que las plantas verdaderas, lo que culminó en formar tejidos parecidos en función y forma, lo que se conoce científicamente como convergencia evolutiva. Así, Oddish tiene sus hojas para hacer fotosíntesis, su cuerpo de bulbo con reservas de energía y agua, dos ojos que podrían ser manchas con pigmentos fotorreceptores, presentes en ciertas algas, una "boca" que en realidad sea un orificio para intercambiar gases y "patitas" que pueden estar recubiertas de flagelos para desplazarse. Bueno, aunque esto último no sería efectivo en la tierra, puesto que la densidad del aire es menor al del agua, y no hay un medio que sostenga el cuerpo ante la gravedad. Por lo tanto, los pokémon planta deberían haber solucionado esto con tejidos duros similares a fibras para soportar el peso corporal, y luego generar otro tejido contráctil similar a los músculos animales para así caminar eficientemente. Viendo que ciertas plantas como las Venus atrapamoscas o las mimosas pueden contraer sus hojas por la pérdida de turgencia de un tejido llamado colénquima, es posible que un pokémon planta tenga el mismo tipo de tejido en sus extremidades y que los cambios de la cantidad de agua les permitan saltar y lanzar unas hojas navaja. Inclusive esta habilidad podría también estar en los pokémon planta carnívora como Victreebel o Carnivine. Apliquemos esta idea entonces a la mayoría de plantas como Bellsprout, Tangela, Sunflora o Exxegutor.

Continuando, también es posible la existencia de un pokémon como Paras o Amoonguss, que son básicamente hongos. En el caso de Paras, es conocido que este pokémon planta/bicho es un lindo artrópodo (cangrejo o ninfa de cigarra) con dos honguitos de sombrero en su espalda, que al evolucionar pasa a ser controlado totalmente por el hongo. Esta relación parásita es 100% real puesto que el grupo de los hongos Ophiocordyceps toman el control de artrópodos y los vuelven sus zombis. Para saber más, puedes leer el post Los hongos ant-agonistas.
Otros como Grimer y Muk, que en la franquicia son desechos tóxicos y lodo, fácilmente podrían existir como organismos de gran tamaño llamados Myxomycota o vulgarmente hongos mucilaginosos, aunque sean parientes de las amebas. En fin, estos seres unicelulares crean agregaciones amorfas llamadas plasmodios, forma en la cual se desplazan mientras van comiendo todo resto orgánico a su paso. También se podría mencionar que algunos misteriosos pokémon fantasma como Gastly y su línea evolutiva podrían ser colonias de bacterias que eliminan gases como metano.

Otra posibilidad de existencia sería una relación de simbiosis, esa donde dos organismos interactúan tan estrechamente que se necesitan unos a otros para sobrevivir, como, por ejemplo, los líquenes, o los corales y ciertas cromistas. El pokémon estandarte de esta posibilidad sería Bulbasaur. Este inicial sería un sapo en simbiosis con una planta que se asemejaría a una palmera. La planta se uniría al batracio mediante raíces o zarcillos que contacten con su sistema nervioso y sus vasos sanguíneos para así recibir información vía impulsos eléctricos u hormonas, permitiendo al sapito controlar esos látigos cepa. De esta forma, la planta obtiene desplazamiento y nutrientes de los insectos que consume el sapo, el cual se beneficia de protección al usar el polvo veneno y las hojas navajas de la planta, así como de los productos fotosintéticos cuando hay escasez de presas. También, debido a que los anfibios respiran por la piel y la planta ocuparía mucha de su superficie externa, Bulbasaur podría compensarlo al recibir el oxígeno desechado en la fotosíntesis. A medida que evoluciona, el organismo vegetal se integraría cada vez más a medida que el animal madura sexualmente para culminar en un Venusaur con su flor abierta en busca de una pareja. Una vez que la pareja pusiera sus huevos, los cuidarían del resto de depredadores hasta el nacimiento de los nuevos Bulbasaur para, en ese momento, depositar en su espalda una semilla de la planta simbionte, reiniciando así el ciclo de vida.

Las formas más extravagantes como Gyarados, Alakazam, Dugtrio, Dodrio, Ninetales y demás en las posteriores generaciones podrían ser posibles tras una chifladura de la evolución que les permitiera generar la enorme diversidad que presentan. Para indagar más, el artista gráfico Christopher Stoll creó en la plataforma Kickstarter una enciclopedia llamada PokéNatomy, que busca mostrar la anatomía, fisiología y etología de los primeros 150 pokémon.

Comentemos ahora sobre algo que une y separa a biólogos y pokéfans: la evolución. Recordemos que la evolución como proceso biológico implica un cambio gradual de características variables en una población, es decir, en varios individuos. En el mundo pokémon, en cambio, el concepto de evolución es un cambio abrupto donde las formas pueden cambiar leve o profundamente y depende, en su forma más simple, del "nivel" que posea el pokémon. Así, esto se parece más a un desarrollo durante la vida de un individuo, si pensamos los niveles como edades. El proceso biológico más similar a esto, con grandes cambios, es la metamorfosis. Pudiéndolo ver fácilmente en líneas evolutivas como la de Butterfree, Beedrill o Politoed.

Pero, ¿Qué pasa con aquellos cuyos cambios son leves, como Spinarak a Ariados? Pues resulta que, la metamorfosis posee dos variantes. Por un lado, la metamorfosis simple o hemimetabolismo, implica pocos cambios y los juveniles se parecen a los adultos salvo en algunas estructuras como apéndices, alas o coloración. Es común en equinodermos, arácnidos, crustáceos, y ciertos insectos basales como chinches y saltamontes. Del mismo modo podríamos incluir la metamorfosis de anfibios y otros vertebrados en esta clasificación. Así, en este tipo de cambios caen varios pokémon tipo bicho, roca, agua, normal, planta e incluso algunos como la línea de Charizard: básicamente una lagartija con algún tipo de reservorio de compuestos combustibles para generar fuego, que crece hasta la edad-nivel 16 y se vuelve más grande y con un crecimiento óseo similar a un cuerno; para luego a la edad-nivel 36 aumentar más de tamaño, obtener dos cuernos y dos extensiones membranosas como alas. Y acá es donde podríamos debatir si Charizard es un dragón en el sentido de ser vivo, no de tipo, pero para ello pueden leer el post Imagine Dragons y sacar sus propias conclusiones.

El otro tipo de metamorfosis es la complicada u holometabolía, presente en insectos derivados como escarabajos o mariposas, con las típicas fases de huevo, larva, pupa y adulto. En este proceso los cambios son abruptos porque los tejidos de las formas larvales se degradan para formar tejidos y estructuras totalmente diferentes. Así muchos pokémon bicho sufren estos cambios, y se incluirían otros muy locos como Tyranitar, Flygon, o Remoraid a Octillery (¿En serio señorTajiri? ¿Una rémora que se convierte en pulpo?).

Por último, mencionar que aquellos pokémon que no "evolucionan" como Lapras, Kangaskhan o los legendarios serían seres ametábolos (sin cambios), cuyas crías son versiones pequeñas de los adultos. Y antes de que me coman vivo, si bien los pokémon legendarios no pueden criarse, si querés existir como un ser vivo es imprescindible que te reproduzcas, no queda otra.

Un momento. Pero los pokémon evolucionan de muchas formas: por interactuar con objetos, con piedras, por aumentar su amistad, por aprender poderes, por ir a determinados sitios, por intercambio, ¡Por dar vuelta la consola! Okey, sí, pero eso llevaría a una larga discusión buscando una forma de hacerlo real en nuestra naturaleza. Por el momento culminamos en las evoluciones lineales, que son metamorfosis.
Aun así, algunos conceptos derivados de la evolución darwiniana pueden aplicarse a los pokémon, en 2016 la salida de Pokémon Sol y Luna nos trajo las formas regionales de Alola, los pokémon de Kanto con nuevos aspectos, tipos y habilidades, cambios que se explicaban por qué se adaptaron al clima de esa nueva región. Lo mismo sucedería en 2020 con las formas Galar en Pokémon Espada y Escudo. Aquí se abrió una nueva puerta: usar el concepto de adaptación biológica: la capacidad de un ser vivo para cambiar su fisiología, anatomía o comportamiento en respuesta del ambiente. Existen dos tipos de adaptación: una fisiológica y otra evolutiva. La fisiológica implica cambios en el individuo ocurridos a corto plazo en respuesta a disturbios ambientales, por ejemplo, cambiar la coloración de la piel en respuesta a más o menos radiación solar; hablamos entonces de una plasticidad fenotípica. En cambio, la adaptación evolutiva implica acumular variaciones de muchas características que permiten a la especie sobrevivir al nuevo ambiente, por lo que, nuevamente, se ve reflejado en las poblaciones.

Ahora bien, no está claro si las formas Alola y Galar son producto de plasticidad fenotípica o adaptación evolutiva, pero debido a su inédita aparición y suponiendo que siempre han existido, lo más sensato es pensarlas como verdaderos casos de adaptación evolutiva. Lo más cercano a una plasticidad fenotípica podrían ser las diversas formas de Vivillon en el mundo, o incluso los cambios morfológicos de pokémon como Castform ante el clima.

Por último, un buen entrenador Pokémon tiene que dominar algo que para muchos es un dolor de cabeza y un juego de memoria: la tabla de tipos. Esta muestra las debilidades y fortalezas de los 18 tipos existentes en los videojuegos. Pero, si un pokémon existiera, ¿Qué sería su tipo? Hay que tener en cuenta que los tipos reúnen seres con características similares, donde destacan su control sobre algún elemento natural y el vivir en regiones similares. Por ejemplo, los tipo fuego dominan la expulsión del fuego, soportan grandes temperaturas y suelen vivir en montañas volcánicas o en desiertos. Por lo tanto, el concepto más cercano que poseemos nos lo da la rama de la ecología y se llama nicho ecológico. Hay varias definiciones, pero podemos resumir en que un nicho es el rango de condiciones donde un ser vivo habita, incluyendo de qué se alimenta, qué sector del hábitat utiliza, la hora en la que lo usa, la altura, la humedad, etc. Así, los tipos corresponderían a los nichos ecológicos de cada pokémon: un Squirtle sería tipo agua por encontrarse en ríos de bajo caudal, un Onix tipo roca por vivir en cuevas de montañas y un Abra, tipo psíquico por su forma de comunicación y el frecuentar ambientes periurbanos. Algunos tipos como el dragón, hada, fantasma o lucha serían más difíciles de asociar a un ambiente, pero quizá tendrían que ver con aspectos de morfología que les permitiría resistir a una u otra condición. Un Primeape, el mono de tipo lucha, podría ser un primate con mucha resistencia corporal para los enfrentamientos; o los tipo hada como Chansey, presentarían la capacidad de producir sustancias químicas de efecto curativo que avale su representación de la bondad.

Nos quedan muchísimos temas para seguir imaginando cómo sería un pokémon real, rebuscando en libros e internet los conocimientos que tenemos sobre cómo funciona la naturaleza e incluso pensar en posibilidades que involucren a la ingeniería genética y a la modificación artificial. Pero por hoy, es suficiente saber que, al menos, una gran mayoría de pokémon podrían existir sin transgredir muchas leyes naturales. Y vos, ¿Cómo imaginas que sería tu pokémon favorito?

Bibliografía:

Are Pokémon Animals? 26 de marzo de 2016. Speculative Biology-The Occasional Creature fact. https://creaturefacts.wordpress.com/category/speculative-biology/ 

Cobaleda Abolafia, J. 26 de febrero de 2021. 25 años de biología Pokémon: ¿evolucionan estas criaturas?. The Conversation. https://theconversation.com/25-anos-de-biologia-pokemon-evolucionan-estas-criaturas-153569 

Forma Regional. Wikidex. Consultado el 26/07/21. ttps://pokemon.fandom.com/es/wiki/Forma_regional  

Monterroza, E. L., Orozco Cepeda, M., Otero Rodríguez, W. P., & Aranguren Díaz, Y. (2019). Filogenia del reino Chromista. Revista SEXTANTE, 21, 34 - 50. Recuperado a partir de https://sextante-ensb.com/index.php/inicio/article/view/63 

Pokémon. Wikidex. Consultado el 26/07/21. https://pokemon.fandom.com/es/wiki/Pok%C3%A9mon 

Stoll, C. s.f. PokéNatomy. (imágenes disponibles en Facebook: https://www.facebook.com/Poke-shop-Memes-109152777980872/photos/pcb.148452677384215/148450444051105. Revisado el 26/07/21).

Smith, T. M. y Smith R. L. (2007). Ecología. 6.a edición (pp. 500-504). Madrid, España. Ed. Pearson Educación S.A.

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