Yo te elijo
Desde su lanzamiento en 1995, muchas generaciones han crecido jugando los videojuegos, coleccionando las cartas y tazos, viendo el anime y las películas, e incluso deseando tener uno de ellos al cumplir 10 años. Satoshi Tajiri no solo creó la franquicia de Pokémon, sino todo un mundo de posibilidades que aún hoy, 26 años después, sigue expandiéndose e innovándose. Pokémon fue concebido como un videojuego donde capturabas monstruos para luego enfrentarlos entre sí, incluso su nombre deriva de poketto monsuta, en inglés Pocket Monsters (monstruos de bolsillo). En su mundo ficticio estos seres evolucionan (a veces de formas poco lógicas), poseen formas súper variadas y luchan entre sí con ataques de diferentes tipos. La fantasía y la virtualidad, permite todo ello, pero ¿Podrían los pokémon realmente existir?
Podemos contestar esto
ayudándonos de la rama de la Biología
especulativa, la cual busca plantear la posibilidad de existencia de
criaturas fantásticas en base a teorías y leyes naturales. Recordando siempre
que todo son posibilidades según nuestro conocimiento actual. Tené en cuenta
también que, por esta vez, buscaremos respuestas en la evolución neodarwiniana, sin entrar en la gama de posibilidades que
nos permite la ingeniería genética.
Para nuestra suerte, el creador
de Pokémon era fan de recolectar insectos y le interesaba la biología, así
también, el equipo de diseño se basó en
muchos seres vivos reales para sus monstruos, al menos al inicio, ahora ya
hay hasta un pokémon helado y uno bolsa de basura. En fin, gracias a eso muchas
formas pokémon pueden ser posibles, como por ejemplo Arcanine, sería un perro
de gran porte como el Chow-chow con algún mecanismo para expeler fuego, un
estómago que almacene alcoholes inflamables quizás, y una gran red de vasos
capilares que expelen calor para aumentar su temperatura externa. También Persian,
un gato siamés de tamaño XL, inclusive algún puma, cuya piedra en la frente sea
una forma de calcificación o mineralización expuesta que sirva tanto de reserva
mineral como para atracción sexual. Del mismo modo, en cada generación se
incorpora un patrón de pokémon que podrían existir sin mucho problema al no
despegarse de la forma básica del animal en el que se basan. Hablo de los
"pokémon pajarito" como Pidgey, Spearow o Starly; los "pokémon gusanos" como Caterpie, Wurmple o Scatterbug; los "pokémon" pez como Magikarp, Goldeen o Finneon; y los
"pokémon roedor" como Rattata, Zigzagoon o Bidoof.
Ahora bien, la cosa se complica
si pensamos en los "pokémon planta",
no el tipo, sino los que literalmente son plantas andantes. El reino biológico Plantae se caracteriza justamente por la
falta de desplazamiento, o sea, no andan de gira por ahí. Aunque cabe aclarar
que sí se mueven al cambiar la posición de sus hojas, sus flores, sus
zarcillos, etc, en busca de algo en particular, esto es llamado tropismos. Pero
necesitamos que nuestro pokémon se desplace para evadir golpes críticos y no
quedar chamuscados por una Llamarada, debido a esto dentro del reino Plantae
difícilmente pueda existir un pokémon.
¿Existe en la naturaleza algún
grupo parecido a una planta y que se desplace? Por suerte sí: los Chromista. Este grupo de seres que
generalmente se los llama "algas",
se encontraban previamente en la gran bolsa de gato llamada "Protistas", aunque
hay una gran variedad dentro de estos. Entonces podemos pensar que
pokémon como Oddish sean una gran
colonia de cromistas, algo así como algas pardo-amarillentas (Chrysophyceae) o dinoflagelados (Dinophyta), o
inclusive una forma derivada que logró la pluricelularidad en esos grupos.
Tenemos así un ser que fotosintetiza, puede generar tejidos de células
vegetales y posee manera de saltar y caminar por ahí. Pero, ¿Cómo pasar de un
manojo de algas a un bulbo con hojas? La respuesta podría ser que, al salir del
agua, este cromista en su paso para formar un Oddish haya tenido las mismas
presiones selectivas que las plantas verdaderas, lo que culminó en formar
tejidos parecidos en función y forma, lo que se conoce científicamente como convergencia evolutiva. Así, Oddish
tiene sus hojas para hacer fotosíntesis, su cuerpo de bulbo con reservas de
energía y agua, dos ojos que podrían ser manchas con pigmentos fotorreceptores,
presentes en ciertas algas, una "boca" que en realidad sea un orificio para
intercambiar gases y "patitas" que pueden estar recubiertas de flagelos para
desplazarse. Bueno, aunque esto último no sería efectivo en la tierra, puesto
que la densidad del aire es menor al del agua, y no hay un medio que sostenga
el cuerpo ante la gravedad. Por lo tanto, los pokémon planta deberían haber
solucionado esto con tejidos duros
similares a fibras para soportar el peso corporal, y luego generar otro tejido contráctil similar a los
músculos animales para así caminar eficientemente. Viendo que ciertas plantas
como las Venus atrapamoscas o las mimosas pueden contraer sus hojas por la
pérdida de turgencia de un tejido llamado
colénquima, es posible que un pokémon planta tenga el mismo tipo de tejido
en sus extremidades y que los cambios de
la cantidad de agua les permitan
saltar y lanzar unas hojas navaja. Inclusive esta habilidad podría también
estar en los pokémon planta carnívora
como Victreebel o Carnivine. Apliquemos esta idea entonces
a la mayoría de plantas como Bellsprout, Tangela, Sunflora o Exxegutor.
Continuando, también es posible
la existencia de un pokémon como Paras o
Amoonguss, que son básicamente hongos. En el caso de Paras, es conocido que este pokémon
planta/bicho es un lindo artrópodo (cangrejo o ninfa de cigarra) con dos
honguitos de sombrero en su espalda, que al evolucionar pasa a ser controlado
totalmente por el hongo. Esta relación
parásita es 100% real puesto que el grupo de los hongos Ophiocordyceps toman el control de artrópodos y los vuelven sus
zombis. Para saber más, puedes leer el post Los hongos ant-agonistas. Otros como Grimer y Muk, que en la franquicia son desechos tóxicos y lodo, fácilmente
podrían existir como organismos de gran tamaño llamados Myxomycota o vulgarmente hongos mucilaginosos, aunque sean
parientes de las amebas. En fin, estos seres unicelulares crean agregaciones
amorfas llamadas plasmodios, forma
en la cual se desplazan mientras van comiendo todo resto orgánico a su paso.
También se podría mencionar que algunos misteriosos pokémon fantasma como Gastly
y su línea evolutiva podrían ser colonias
de bacterias que eliminan gases como metano.
Otra posibilidad de existencia
sería una relación de simbiosis, esa
donde dos organismos interactúan tan estrechamente que se necesitan unos a otros
para sobrevivir, como, por ejemplo, los líquenes, o los corales y ciertas
cromistas. El pokémon estandarte de esta posibilidad sería Bulbasaur. Este inicial sería un sapo en simbiosis con una planta
que se asemejaría a una palmera. La planta se uniría al batracio mediante
raíces o zarcillos que contacten con su sistema nervioso y sus vasos sanguíneos
para así recibir información vía impulsos eléctricos u hormonas, permitiendo al
sapito controlar esos látigos cepa. De esta forma, la planta obtiene
desplazamiento y nutrientes de los insectos que consume el sapo, el cual se
beneficia de protección al usar el polvo veneno y las hojas navajas de la
planta, así como de los productos fotosintéticos cuando hay escasez de presas.
También, debido a que los anfibios respiran por la piel y la planta ocuparía
mucha de su superficie externa, Bulbasaur podría compensarlo al recibir el
oxígeno desechado en la fotosíntesis. A medida que evoluciona, el organismo vegetal
se integraría cada vez más a medida que el animal madura sexualmente para
culminar en un Venusaur con su flor abierta en busca de una pareja. Una vez que
la pareja pusiera sus huevos, los cuidarían del resto de depredadores hasta el
nacimiento de los nuevos Bulbasaur para, en ese momento, depositar en su
espalda una semilla de la planta simbionte, reiniciando así el ciclo de vida.
Las formas más extravagantes como
Gyarados, Alakazam, Dugtrio, Dodrio, Ninetales y demás en las posteriores
generaciones podrían ser posibles tras una chifladura de la evolución que les
permitiera generar la enorme diversidad que presentan. Para indagar más, el
artista gráfico Christopher Stoll creó en la plataforma Kickstarter una
enciclopedia llamada PokéNatomy, que
busca mostrar la anatomía, fisiología y etología de los primeros 150 pokémon.
Comentemos ahora sobre algo que
une y separa a biólogos y pokéfans: la
evolución. Recordemos que la evolución como proceso biológico implica un cambio gradual de características variables
en una población, es decir, en varios individuos. En el mundo pokémon, en
cambio, el concepto de evolución es un
cambio abrupto donde las formas pueden cambiar leve o profundamente y
depende, en su forma más simple, del "nivel" que posea el pokémon. Así, esto se
parece más a un desarrollo durante la vida de un individuo, si pensamos los
niveles como edades. El proceso biológico más similar a esto, con grandes
cambios, es la metamorfosis.
Pudiéndolo ver fácilmente en líneas evolutivas como la de Butterfree, Beedrill
o Politoed.
Pero, ¿Qué pasa con aquellos
cuyos cambios son leves, como Spinarak a Ariados? Pues resulta que, la
metamorfosis posee dos variantes. Por un lado, la metamorfosis simple o hemimetabolismo, implica pocos cambios y los
juveniles se parecen a los adultos salvo en algunas estructuras como apéndices,
alas o coloración. Es común en equinodermos, arácnidos, crustáceos, y ciertos
insectos basales como chinches y saltamontes. Del mismo modo podríamos incluir
la metamorfosis de anfibios y otros vertebrados en esta clasificación. Así, en
este tipo de cambios caen varios pokémon tipo bicho, roca, agua, normal, planta
e incluso algunos como la línea de
Charizard: básicamente una lagartija con algún tipo de reservorio de
compuestos combustibles para generar fuego, que crece hasta la edad-nivel 16 y
se vuelve más grande y con un crecimiento óseo similar a un cuerno; para luego
a la edad-nivel 36 aumentar más de tamaño, obtener dos cuernos y dos
extensiones membranosas como alas. Y acá es donde podríamos debatir si
Charizard es un dragón en el sentido de ser vivo, no de tipo, pero para ello
pueden leer el post Imagine Dragons y sacar sus propias conclusiones.
El otro tipo de metamorfosis es
la complicada u holometabolía,
presente en insectos derivados como escarabajos o mariposas, con las típicas
fases de huevo, larva, pupa y adulto. En este proceso los cambios son abruptos
porque los tejidos de las formas larvales se degradan para formar tejidos y
estructuras totalmente diferentes. Así muchos pokémon bicho sufren estos cambios, y se incluirían otros muy locos
como Tyranitar, Flygon, o Remoraid a Octillery (¿En serio señorTajiri? ¿Una
rémora que se convierte en pulpo?).
Por último, mencionar que
aquellos pokémon que no "evolucionan" como Lapras, Kangaskhan o los legendarios
serían seres ametábolos (sin
cambios), cuyas crías son versiones pequeñas de los adultos. Y antes de que me
coman vivo, si bien los pokémon legendarios no pueden criarse, si querés existir como un ser vivo es
imprescindible que te reproduzcas, no queda otra.
Un momento. Pero los pokémon
evolucionan de muchas formas: por interactuar con objetos, con piedras, por
aumentar su amistad, por aprender poderes, por ir a determinados sitios, por
intercambio, ¡Por dar vuelta la consola! Okey, sí, pero eso llevaría a una
larga discusión buscando una forma de hacerlo real en nuestra naturaleza. Por
el momento culminamos en las evoluciones lineales, que son metamorfosis. Aun así, algunos conceptos
derivados de la evolución darwiniana pueden aplicarse a los pokémon, en 2016 la
salida de Pokémon Sol y Luna nos trajo las formas
regionales de Alola, los pokémon de Kanto con nuevos aspectos, tipos y
habilidades, cambios que se explicaban por qué se adaptaron al clima de esa
nueva región. Lo mismo sucedería en 2020 con las formas Galar en Pokémon Espada y Escudo. Aquí se abrió una nueva
puerta: usar el concepto de adaptación
biológica: la capacidad de un ser vivo para cambiar su fisiología, anatomía
o comportamiento en respuesta del ambiente. Existen dos tipos de adaptación:
una fisiológica y otra evolutiva. La fisiológica implica
cambios en el individuo ocurridos a corto plazo en respuesta a disturbios
ambientales, por ejemplo, cambiar la coloración de la piel en respuesta a más o
menos radiación solar; hablamos entonces de una plasticidad fenotípica. En cambio, la adaptación evolutiva
implica acumular variaciones de muchas características que permiten a la
especie sobrevivir al nuevo ambiente, por lo que, nuevamente, se ve reflejado
en las poblaciones.
Ahora bien, no está claro si las
formas Alola y Galar son producto de plasticidad fenotípica o adaptación
evolutiva, pero debido a su inédita aparición y suponiendo que siempre han
existido, lo más sensato es pensarlas como verdaderos
casos de adaptación evolutiva. Lo más cercano a una plasticidad fenotípica
podrían ser las diversas formas de Vivillon en el mundo, o incluso los cambios
morfológicos de pokémon como Castform ante el clima.
Por último, un buen entrenador
Pokémon tiene que dominar algo que para muchos es un dolor de cabeza y un juego
de memoria: la tabla de tipos. Esta
muestra las debilidades y fortalezas de los 18 tipos existentes en los videojuegos. Pero, si un pokémon
existiera, ¿Qué sería su tipo? Hay que tener en cuenta que
los tipos reúnen seres con características similares, donde destacan su control
sobre algún elemento natural y el vivir en regiones similares. Por ejemplo, los
tipo fuego dominan la expulsión del fuego, soportan grandes temperaturas y
suelen vivir en montañas volcánicas o en desiertos. Por lo tanto, el concepto
más cercano que poseemos nos lo da la rama de la ecología y se llama nicho ecológico. Hay varias
definiciones, pero podemos resumir en que un nicho es el rango de condiciones donde un ser vivo habita, incluyendo de qué se
alimenta, qué sector del hábitat utiliza, la hora en la que lo usa, la altura,
la humedad, etc. Así, los tipos corresponderían a los nichos ecológicos de cada
pokémon: un Squirtle sería tipo agua por encontrarse en ríos de bajo caudal, un
Onix tipo roca por vivir en cuevas de montañas y un Abra, tipo psíquico por su
forma de comunicación y el frecuentar ambientes periurbanos. Algunos tipos como
el dragón, hada, fantasma o lucha serían más difíciles de asociar a un ambiente,
pero quizá tendrían que ver con aspectos de morfología que les permitiría resistir a una u otra condición. Un
Primeape, el mono de tipo lucha, podría ser un primate con mucha resistencia
corporal para los enfrentamientos; o los tipo hada como Chansey, presentarían
la capacidad de producir sustancias químicas de efecto curativo que avale su
representación de la bondad.
Nos quedan muchísimos temas para
seguir imaginando cómo sería un pokémon real, rebuscando en libros e internet
los conocimientos que tenemos sobre cómo funciona la naturaleza e incluso
pensar en posibilidades que involucren a la ingeniería genética y a la
modificación artificial. Pero por hoy, es suficiente saber que, al menos, una gran mayoría de pokémon podrían existir
sin transgredir muchas leyes naturales. Y vos, ¿Cómo imaginas que sería tu pokémon favorito?
Bibliografía:
Are Pokémon Animals? 26 de marzo de 2016. Speculative Biology-The Occasional Creature fact. https://creaturefacts.wordpress.com/category/speculative-biology/
Cobaleda Abolafia, J. 26 de febrero de 2021. 25 años de biología Pokémon: ¿evolucionan estas criaturas?. The Conversation. https://theconversation.com/25-anos-de-biologia-pokemon-evolucionan-estas-criaturas-153569
Forma Regional. Wikidex. Consultado el 26/07/21. ttps://pokemon.fandom.com/es/wiki/Forma_regional
Monterroza, E. L., Orozco Cepeda, M., Otero Rodríguez, W. P., & Aranguren Díaz, Y. (2019). Filogenia del reino Chromista. Revista SEXTANTE, 21, 34 - 50. Recuperado a partir de https://sextante-ensb.com/index.php/inicio/article/view/63
Pokémon. Wikidex. Consultado el 26/07/21. https://pokemon.fandom.com/es/wiki/Pok%C3%A9mon
Stoll, C. s.f. PokéNatomy. (imágenes disponibles en Facebook: https://www.facebook.com/Poke-shop-Memes-109152777980872/photos/pcb.148452677384215/148450444051105. Revisado el 26/07/21).
Smith, T. M. y Smith R. L. (2007). Ecología. 6.a edición (pp. 500-504). Madrid, España. Ed. Pearson Educación S.A.