Desde tiempos inmemorables se ha supuesto que los animales carecían de una vida interior, que los animales comen sin placer, lloran sin dolor, crecen sin saberlo; no desean nada, no temen nada, no saben nada. Eso era moneda corriente. Pero no todos estaban de acuerdo. Darwin argumentaba que los humanos no solo compartimos rasgos físicos con otras...