Tiempos de Extinción

29.10.2020

Podemos dar fe que desde los inicios de la vida en la Tierra existen organismos muy locos, algunos de ellos los mentalizamos en gran parte por los fósiles, otros tantos que ni siquiera nos podemos llegar a imaginar. Se sorprenderían de saber los animales increíbles con los que los seres humanos hemos convivido.

La tierra existe hace 4.500 millones de años, los seres vivos empezaron a aparecer en el registro fósil hace 3.800 millones de años y los humanos (y por humanos nos referímos a Homo sapiens) aparecen hace tan solo 200.000 años.Hasta ahora los registros coinciden que nuestra especie fue originada en el seno de África, sin embargo, hoy nos encontramos alrededor de todo el globo. No es difícil imaginarnos la expansión a Asia y Europa, debido a que estos continentes se encuentran conectados a través de porciones de tierra. Pero ¿Cómo llegamos a los otros continentes?, ya que desde un punto de vista geográfico resultan de un acceso mucho más difícil, ¿Y que pasó una vez que alcanzamos esos nuevos lugares?

Hace unos 45.000 llegó a Australia nuestra especie, gracias a las ventajas brindadas por la navegación, aquí existían unos wombats de 2,5 toneladas o unos leones marsupiales, del tamaño de un tigre actual (no era solo el nombre), koalas demasiado grandes como para acariciarlos y aves no voladoras del doble del tamaño que un avestruz, eran animales que jamás habían visto estos primeros habitantes. El llegar a este lugar fue un gran logro, se considera la primera vez que un mamífero terrestre grande habría conseguido cruzar desde Afroasia a Australia, pero más importante que esta hazaña fue lo que hicieron estos pioneros al llegar a este nuevo mundo. Al pisar por primera vez las tierras, modificaron el ecosistema australiano hasta dejarlo irreconocible, y si, hablamos de la extinción de la megafauna australiana, donde en cuestión de unos miles de años, prácticamente todos estos gigantes desaparecieron.
El ejemplo australiano nos sorprende, porque poco se habla o conocemos de ello, pero lamentablemente no fue el único. Uno de los ejemplos más interesante llegó bastante después, cuando logramos alcanzar el continente americano, atravesando las planicies heladas dejadas por la última gran glaciación.
Hace 14.000 años la fauna americana era mucha más rica que en la actualidad, encontrábamos mamuts y mastodontes, roedores del tamaño de un oso, manadas de caballos y camellos (si, camellos), leones de enorme tamaño, felinos de dientes de sable y los perezosos terrestres gigantes que pesaban hasta 8 toneladas y alcanzaban una altura de 6 metros. Y después de 2.000 años de la llegada de Homo sapiens a Norteamérica la mayoría de estas especies únicas se habían extinguido. Los dientes de sable después de haber prosperado a lo largo de más de 30 millones de años tan solo desaparecieron, y la misma suerte corrió todo el resto, que no se libraron del cruento paso de los sapiens. Tras ellos desaparecieron miles de especies de mamíferos, reptiles y aves de menor tamaño e incluso insectos y parásitos (cuando los mamuts desaparecieron, todas las especies de garrapatas de mamuts cayeron en el olvido) que convivían y de algún modo dependían de las anteriores especies nombradas.
Hablando de estos gigantes lanudos, se encontraron rastros de que los últimos se extinguieron hace tan solo 4.000 años. Para que se den una idea y contextualicemos la situación, los últimos mamuts fueron contemporáneos a los egipcios cuando ya habían construido las pirámides. Y no, no eran los mamuts que todos conocemos mostrados como en la película "Era de hielo" sino más bien eran mamuts más pequeños pertenecientes a la isla de Wrangel, algo así como un mamut de bolsillo.
Los grandes glaciares que hicieron de camino hacia la llegada al norte de América fueron el impedimento para que nuestros congéneres investigaran las tierras situadas más al sur. Aunque estos, hacia los 12.000 a.C., se fundieron y se abrió un camino fácil donde la gente se terminó de extender por todo el continente. Se instalaron en todo tipo de climas, desde las húmedas junglas, pasando por la cuenca del Amazonas hasta las montañas y pampas abiertas, uno de los últimos puntos continentales alcanzados fue Tierra del Fuego, la punta más austral del continente. Todo esto sucedio en no más de dos milenios (recuerden que todo se hizo a pie, no había autos, ni aviones, ni carreteras). En todos estos lugares existían animales que, hoy en día, no tienen equivalentes.
Paleontólogos y zooarquéologos han estado buscando y revisando todo América en busca de huesos y otros indicios de estas criaturas, al encontrarlos son cuidadosamente empaquetados y analizados en laboratorios. Una y otra vez estos análisis arrojan los mismos resultados, los últimos registros de criaturas completamente desconocidas hoy en día datan entre 9.000 y 12.000 años a.C, recordemos que esto es coincidente con la aparición de nuestra especie en América.
Siguiendo con la lista, en la gran isla de Madagascar a lo largo de millones de años evolucionó una colección única de animales, entre ellos el ave elefante, de unos tres metros (algo así como la altura de un Michael Jordan y medio) y casi media tonelada, que por cierto es (o era) la mayor ave del mundo, también podemos hablar de los lémures gigantes (los primates más grandes del globo) que habitaban ahí. Estas dos especies, junto con la mayor parte de los demás animales grandes de Madagascar, desaparecieron de repente hace unos 1.500 años, precisamente cuando los primeros humanos pusieron el pie en la isla. Para ubicarnos temporalmente, durante ese siglo el imperio romano se dividía a la mitad y Atila el Huno atacaba este mismo imperio por el este. De la parte histórica bien conocemos, pero es increíble los sucesos de índole biológica que acontecían en otras partes del mundo simultáneamente y de los que no nos enteramos.
En el océano Pacífico la principal oleada de extinción empezó en las islas Salomón, Fiyi y Nueva Caledonia, aproximadamente en el 1.500 a.C. Desde allí se desplazó gradualmente hacia el este, el sur y el norte, hacia el centro del océano Pacífico, arrasando a su paso la fauna única de Samoa y Tonga (1.200 a.C), las islas Marquesas 1 (d.C.), la isla de Pascua, las islas de Cook y Hawái (500 d.C) y, tan solo hace unos 800, los maoríes llegaron a Nueva Zelanda, y esto conllevo a la extinción de la megafauna del lugar y a un 60% de todas las especies de aves que allí habitaban.
Todavía podemos hablar del ejemplo de la llegada de los humanos a las Bahamas hace aproximadamente 1.000 años, que está vinculada al declive y desaparición de varias aves. Donde pocos años después de nuestra llegada, desaparecieron aves de presa y otras aves que se alimentaban de frutos, y se presume que la competencia directa por la presa y la alteración del hábitat son las explicaciones que encajan con estas ausencias.
El conservacionista de islas, Josh Donlan, estima que las islas (laboratorios naturales de la evolución), que son solo el 3% de la superficie de la Tierra, fueron el sitio de el 95% de todas las extinciones de aves desde 1600, 90% de las extinciones de reptiles y un 60% de las extinciones de mamíferos. Esto no es sorpresa, ya que las islas son mundos ecológicos ideales y casi completamente aislados, los jardines del Edén de este planeta. Si bien la ciencia ha entendido los hábitats de las islas como áreas de juego experimentales de la naturaleza, también ha demostrado que la fauna y la flora de las islas son más vulnerables que las continentales.
Solo unas pocas islas extremadamente remotas se libraron de la atención del hombre hasta la época moderna. Las islas Galápagos son un ejemplo famoso de esto, permanecieron inhabitadas por los humanos hasta el siglo XIX, por lo que preservaron su zoológico único.
La primera oleada de colonización de los sapiens fue uno de los desastres ecológicos de mayor porte y ,también, de los más céleres que han sucedido en el reino animal. Siempre que hemos pisado un lugar nuevo, como los asesinos ecológicos en serie que somos, nos damos el lujo de matar a sus antiguos habitantes. Tengamos en cuenta que esto no solo pasa con otras especies, sino que cuando los colonizadores redescubrieron América exterminaron a gran parte de la población aborigen que ya estaba asentada.
La primera oleada de extinción, que acompañó a la expansión de los cazadores-recolectores, fue seguida por la segunda oleada de extinción, que creció junto a la expansión de los agricultores, y nos proporciona una perspectiva sobre la tercera oleada de extinción, la cual la actividad industrial está causando en la actualidad.
Quizá si fuéramos personas más conscientes acerca de la primera y segunda oleada, nos mostraríamos menos indiferentes acerca de la oleada de la cual formamos parte. Y de que si no tomamos conciencia de las especies que ya hemos erradicado, dentro de poco vamos a hablar en tiempo pasado de otros animales, que aún sobreviven, como jirafas, rinocerontes, yaguaretés y pandas de la misma forma que hablamos de mamuts y aves gigantes.

-Joaquin Ortiz


Bibliografía:

Thriving or surviving? The isotopic record of the Wrangel Island woolly mammoth population. (2019, 15 octubre). ScienceDirect. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0277379119301398?via%3Dihub

Harari Y. N., 2018, De Animales a Dioses, Buenos Aires, Argentina, Debate 13° Ed.

Steadman, D. W. (2020, 29 septiembre). Bird populations and species lost to Late Quaternary environmental change and human impact in the Bahamas. PNAS. https://www.pnas.org/content/early/2020/09/29/2013368117https://aeon.co/essays/island-mindedness-has-no-place-in-a-cosmopolitan-age

https://aeon.co/essays/we-are-not-edging-up-to-a-mass-extinction

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