El humano de seis sexos
En la sala de parto se escucha un llanto agudo, un nuevo ser
humano llegando al mundo. El médico revisa al neonato y algo llama su atención,
apresurado contacta al servicio de enfermería y laboratorio, no hay tiempo que
perder. Tampoco hay tiempo para consultar con su madre o padre. Hay que estar
seguro, definirlo de una vez. ¿Es nene o nena? En sus genitales se distinguen
pequeños labios y el orificio vaginal, pero su clítoris es bastante más grande
que la media, aunque no llega al tamaño de un pene. Verifican sus cromosomas al
microscopio y resulta tener dos cromosomas X, ¡es una fémina! Pero el
laboratorio indica que tiene altos niveles de testosterona, ¿Por qué tiene
tantas hormonas masculinas? Entonces ¿Qué es? No importa, la balanza se inclina
a la femineidad, hay que corregir sus genitales, inscribirla como sexo femenino
y enseñarle a ser una mujer. Situaciones como estas han ocurrido durante toda la
humanidad, más en algunos grupos que en otros. Determinar el sexo de una
persona no solo sirve a nivel reproductivo, sino que configura todo el mundo
psicosocial en el que vivirá: qué roles se espera que cumpla, los gustos que
tendrá, el tipo de relaciones que establecerá, qué derechos le ampararán, qué
normas y leyes deberá seguir, entre otros. Por tradición y a través de las culturas, el sexo se ha
definido en el momento del nacimiento (o en la gestación con las ecografías
actuales) según los genitales externos que se observen en el neonato: pene y
escroto indican un varón, vulva indica una mujer. Sin embargo, estos son
extremos de un continuo donde los órganos de esa zona pueden variar en tamaño y
combinación según factores genéticos y hormonales. Este sexo "clásico" es
nombrado por la Biología como sexo
fenotípico, es decir, el sexo que se
ve. Sin embargo, determinar el sexo de un humano puede ser más complejo que
ver sus genitales, teniendo en cuenta que, hasta la actualidad, se puede hablar
de ¡Seis definiciones de sexo biológico!El primero que se determina en el ser humano ocurre luego de
la fecundación, cuando el óvulo y el espermatozoide se han unido. Este es el sexo genético y depende del tipo de cromosomas sexuales presente en
el nuevo ser. De los 23 pares de cromosomas humanos, un par determina el sexo y
presentan diferente forma y tamaño (son heteromórficos), son los conocidos
cromosoma X y cromosoma Y. Si el cigoto
es XX será hembra y si es XY, será macho. Hasta acá algo que todos sabemos.
Cabe resaltar que, si bien hablamos de pares sexuales, por error en la meiosis
o la fecundación pueden originarse individuos con más o menos cromosomas
sexuales, lo que se conoce como anomalías
cromosómicas sexuales. Por ejemplo, el síndrome de Turner son hembras con
un solo X o el síndrome de Klinefelter, machos XXY. Sin embargo, se sigue
considerando la dicotomía macho-hembra debido a los genes implicados y los
fenotipos que resultan. Ligado a los genes aparece otro tipo de sexo: el sexo cromatínico. Este se establece
según la presencia o ausencia de
corpúsculos de Barr. ¿Qué cosa de Bart? Barr, no Bart. Los corpúsculos de
Barr se descubrieron en 1949 y son cromosomas X inactivos, en forma de una masa
de ADN cercana a la membrana nuclear. ¿Por qué se inactivaron los cromosomas X?
La respuesta llegó en 1966 con la genetista
Mary Lyon: desactivar un cromosoma X evita una expresión extra de los genes
y posibles problemas genéticos relacionados. Sin embargo, la desactivación es
al azar, puede ser el X materno o el X paterno, lo que resulta en un mosaico de características. Esto es
visto en las gatas tricolor, por ejemplo, son en esencia gatos blancos con
machas que podrían ser naranjas o negras según un gen del cromosoma X, pero, al
inactivarse al azar los X, habrá células que mantendrán el gen para naranja y
otras para el negro, dando así una gata blanca con dos colores de manchas, o
sea, una gata tricolor. Volviendo a nuestra cuestión, este hecho en las hembras
sirvió desde los 50 para verificar el sexo nuevamente mediante técnicas de
tinción: si hay corpúsculo de Barr es
cromatín-positivo y sería hembra; si está ausente es cromatín-negativo y es
macho. Sin embargo, en casos de anomalías este sexo cromatínico varía, por ejemplo,
en un macho XXY aparecerá un cromosoma X inactivado, siendo cromatín-positivo.Avanzamos hacia el segundo mes de gestación y en el embrión
comenzarán a definirse el resto de sexos en forma paralela, dependiendo de los
genes y las hormonas. Por un lado, se definirá el sexo gonadal, según las gónadas que se presenten: si hay testículos es macho, si hay ovarios,
es hembra. Es interesante mencionar que hasta la semana 6 el embrión no
tiene sexo en este sentido pues sus gónadas son un tejido que puede
diferenciarse hacia cualquiera de los extremos. Por "default" las gónadas se convertirán en ovarios, así que sí, venimos
preestablecidos para ser hembras. Sin embargo, en el cromosoma Y viene el
"interruptor" para ponernos en "modo macho". Hablo de un gen llamado SRY y se activa para indicarle a la
gónada que debe convertirse en testículo. Pero hace más que eso, también manda
la orden de producir moléculas que le dicen a las células primordiales, las que formarán células sexuales, que su futuro
es ser espermatozoides; porque caso contrario, su destino será formar ovocitos.
Una vez formadas las gónadas, estas están listas para
empezar a secretar hormonas, moléculas que se transportan por sangre llevando
mensajes para desencadenar multitud de efectos. En específico, se forman
hormonas esteroideas (derivadas del colesterol) y según cuáles sean las más
producidas se definirá el sexo hormonal.
Debido a que producen el desarrollo y diferenciación de los carácteres sexuales
han recibido por la ciencia de principios del siglo XX el nombre de "hormonas
sexuales" y se diferenciaron en "femeninas"
y "masculinas", aunque se producen y
generan efectos en ambos sexos. Una mera cuestión social de cómo llamar a las
sustancias ya que muchos nombres fueron propuestos, como hormonas ambisexuales
u hormonas esteroideas de crecimiento, pero no tuvieron cabida pues, el sexo
vende. Las masculinas son
los andrógenos como la testosterona y las femeninas son los estrógenos como la estrona,
el estriol y el estradiol. Sin embargo, están presentes en todos los
humanos pues otro sitio además de las gónadas las produce: las glándulas suprarrenales, que están
arriba de los riñones. Inclusive, la testosterona puede convertirse en
estradiol, y se detectó que en los
machos aproximadamente un 80% de los estrógenos circulantes derivan de la
testosterona. Teniendo todo esto en cuenta, se podría decir que hablar de
sexos hormonales puede ser debatible, incluso siendo que durante la vida adulta
los niveles hormonales pueden variar y las cantidades a partir de las cuales se
considera macho o hembra son determinadas por organizaciones humanas. Lo que sí es más claro, es aquel primer tipo que mencioné:
el sexo fenotípico. Es la
manifestación directa de la acción de las hormonas en características físicas
diferentes para cada sexo que reciben el nombre de dimorfismos sexuales. La
clasificación en sexo masculino o femenino tradicional se basa en las
características sexuales primarias, es decir, los genitales. Sin embargo, una
vez más, hasta la semana 6 estos son bipotenciales y es el gen SRY el que
activará ese modo macho. Una vez
funcionales los testículos, comenzarán a secretar sustancias mensajeras que
provocarán que se formen los conductos genitales masculinos, glándulas anexas,
el pene y el escroto. En el caso de las hembras, no hay gen SRY por ser XX así
que se forman los conductos genitales femeninos, glándulas anexas y vulva.Por su lado, las características
sexuales secundarias comienzan a ser visibles a partir de la pubertad (9-14 años) cuando la
producción hormonal aumenta y muchas células se sensibilizan a su acción. Así
un humano macho tendrá una piel grasa que suda mucho (y desprende un olor...) y
cubierta de abundante vello, voz gruesa, tórax y hombros anchos y, en
comparación con las féminas, será más alto y con más masa muscular. En cambio,
una humana hembra poseerá menos vello (salvo el púbico), caderas anchas, mayor
cantidad de grasa subcutánea acumulada y mamas y pezones desarrollados.
Claramente, esto sin tener en cuenta el continuo intersexual que puede darse
según los niveles hormonales. Por último, otra característica fenotípica es el dimorfismo sexual presente en el encéfalo humano,
sin embargo, el auge de su estudio se produjo en los últimos 50 años y la
existencia de una discordancia con los dimorfismos externos exige hablar de
otro tipo de sexo, el sexo cerebral.
A pesar de diferenciar se cerebros
masculinos y femeninos, esas diferencias apuntan a un mismo fin: maximizar
el éxito reproductivo. La llamada teoría
hormonal de diferenciación sexual del encéfalo, nos cuenta que para formar
un cerebro masculino y tener comportamientos reproductivos de macho se necesita
de la testosterona cuando se es un embrión dentro de la madre. Aunque no es la
testosterona en si quien actúa, sino forma convertida en estradiol.
Irónicamente una hormona femenina
esculpe el cerebro masculino. Respecto a la anatomía, la principal diferencia se ha
encontrado en los núcleos del hipotálamo,
zonas donde se concentran los cuerpos de las neuronas; siendo que los machos
poseen esta zona 2,8 veces más grande que las hembras. Y no solo en humanos, lo
mismo se halló en macacos, ratas, ovejas y codornices. Así que recibe el nombre
de núcleo sexual dimórfico (NSD) y se encarga de regular la secreción hormonal
y el comportamiento sexual y maternal. Por otro lado, otra región hipotalámica, el núcleo periventricular anterolateral,
que se relaciona con la regulación neuroendocrina de la reproducción, es mayor
en las mujeres que en los hombres. También hay diferencia en las áreas de la corteza cerebral: en las hembras
poseen mayor volumen las áreas relacionadas con la cognición (corteza frontal)
y las respuestas emocionales (corteza límbica); en los machos es mayor la
corteza parietal (percepción espacial) y la amígdala (excitación emocional).
Esto indicaría por qué en general las mujeres son más eficientes en pruebas de
tipo verbal o motricidad fina, y los hombres lo son en pruebas espaciales como
identificar formas. Además de las diferencias anatómicas, también hay diferencia
en los químicos que envían señales por el sistema nervioso (neurotransmisores).
Por ejemplo, la acetilcolina para
comunicar neuronas y músculos es elevada en hembras, pero sus acciones son más
potentes en machos. Ante el estrés crónico, el sexo masculino presenta
sensibilidad a la dopamina y la serotonina, y el femenino a la noradrenalina.Así, abarcamos cómo la diferenciación sexual humana varía
según el nivel que se mire y existe la posibilidad de diferentes combinaciones
entre estos sexos. Conviene resaltar que nos quedamos en el ámbito puramente
biológico, ya que para el ser humano la psiquis y la sociedad formarán otros
conceptos que completan su sexualidad, hablo del género, la identidad sexual y
de género, la orientación sexoafectiva, etc. Aun así, esta rauda mirada nos
expone lo complejo de reducir al Homo
sapiens a tal o cual sexo.
-Guillermo Escobar
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