El humano de seis sexos

18.11.2021

En la sala de parto se escucha un llanto agudo, un nuevo ser humano llegando al mundo. El médico revisa al neonato y algo llama su atención, apresurado contacta al servicio de enfermería y laboratorio, no hay tiempo que perder. Tampoco hay tiempo para consultar con su madre o padre. Hay que estar seguro, definirlo de una vez. ¿Es nene o nena? En sus genitales se distinguen pequeños labios y el orificio vaginal, pero su clítoris es bastante más grande que la media, aunque no llega al tamaño de un pene. Verifican sus cromosomas al microscopio y resulta tener dos cromosomas X, ¡es una fémina! Pero el laboratorio indica que tiene altos niveles de testosterona, ¿Por qué tiene tantas hormonas masculinas? Entonces ¿Qué es? No importa, la balanza se inclina a la femineidad, hay que corregir sus genitales, inscribirla como sexo femenino y enseñarle a ser una mujer.
Situaciones como estas han ocurrido durante toda la humanidad, más en algunos grupos que en otros. Determinar el sexo de una persona no solo sirve a nivel reproductivo, sino que configura todo el mundo psicosocial en el que vivirá: qué roles se espera que cumpla, los gustos que tendrá, el tipo de relaciones que establecerá, qué derechos le ampararán, qué normas y leyes deberá seguir, entre otros.
Por tradición y a través de las culturas, el sexo se ha definido en el momento del nacimiento (o en la gestación con las ecografías actuales) según los genitales externos que se observen en el neonato: pene y escroto indican un varón, vulva indica una mujer. Sin embargo, estos son extremos de un continuo donde los órganos de esa zona pueden variar en tamaño y combinación según factores genéticos y hormonales. Este sexo "clásico" es nombrado por la Biología como sexo fenotípico, es decir, el sexo que se ve. Sin embargo, determinar el sexo de un humano puede ser más complejo que ver sus genitales, teniendo en cuenta que, hasta la actualidad, se puede hablar de ¡Seis definiciones de sexo biológico!
El primero que se determina en el ser humano ocurre luego de la fecundación, cuando el óvulo y el espermatozoide se han unido. Este es el sexo genético y depende del tipo de cromosomas sexuales presente en el nuevo ser. De los 23 pares de cromosomas humanos, un par determina el sexo y presentan diferente forma y tamaño (son heteromórficos), son los conocidos cromosoma X y cromosoma Y. Si el cigoto es XX será hembra y si es XY, será macho. Hasta acá algo que todos sabemos. Cabe resaltar que, si bien hablamos de pares sexuales, por error en la meiosis o la fecundación pueden originarse individuos con más o menos cromosomas sexuales, lo que se conoce como anomalías cromosómicas sexuales. Por ejemplo, el síndrome de Turner son hembras con un solo X o el síndrome de Klinefelter, machos XXY. Sin embargo, se sigue considerando la dicotomía macho-hembra debido a los genes implicados y los fenotipos que resultan.
Ligado a los genes aparece otro tipo de sexo: el sexo cromatínico. Este se establece según la presencia o ausencia de corpúsculos de Barr. ¿Qué cosa de Bart? Barr, no Bart. Los corpúsculos de Barr se descubrieron en 1949 y son cromosomas X inactivos, en forma de una masa de ADN cercana a la membrana nuclear. ¿Por qué se inactivaron los cromosomas X? La respuesta llegó en 1966 con la genetista Mary Lyon: desactivar un cromosoma X evita una expresión extra de los genes y posibles problemas genéticos relacionados. Sin embargo, la desactivación es al azar, puede ser el X materno o el X paterno, lo que resulta en un mosaico de características. Esto es visto en las gatas tricolor, por ejemplo, son en esencia gatos blancos con machas que podrían ser naranjas o negras según un gen del cromosoma X, pero, al inactivarse al azar los X, habrá células que mantendrán el gen para naranja y otras para el negro, dando así una gata blanca con dos colores de manchas, o sea, una gata tricolor.
Volviendo a nuestra cuestión, este hecho en las hembras sirvió desde los 50 para verificar el sexo nuevamente mediante técnicas de tinción: si hay corpúsculo de Barr es cromatín-positivo y sería hembra; si está ausente es cromatín-negativo y es macho. Sin embargo, en casos de anomalías este sexo cromatínico varía, por ejemplo, en un macho XXY aparecerá un cromosoma X inactivado, siendo cromatín-positivo.
Avanzamos hacia el segundo mes de gestación y en el embrión comenzarán a definirse el resto de sexos en forma paralela, dependiendo de los genes y las hormonas.
Por un lado, se definirá el sexo gonadal, según las gónadas que se presenten: si hay testículos es macho, si hay ovarios, es hembra. Es interesante mencionar que hasta la semana 6 el embrión no tiene sexo en este sentido pues sus gónadas son un tejido que puede diferenciarse hacia cualquiera de los extremos. Por "default" las gónadas se convertirán en ovarios, así que sí, venimos preestablecidos para ser hembras. Sin embargo, en el cromosoma Y viene el "interruptor" para ponernos en "modo macho". Hablo de un gen llamado SRY y se activa para indicarle a la gónada que debe convertirse en testículo. Pero hace más que eso, también manda la orden de producir moléculas que le dicen a las células primordiales, las que formarán células sexuales, que su futuro es ser espermatozoides; porque caso contrario, su destino será formar ovocitos.
Una vez formadas las gónadas, estas están listas para empezar a secretar hormonas, moléculas que se transportan por sangre llevando mensajes para desencadenar multitud de efectos. En específico, se forman hormonas esteroideas (derivadas del colesterol) y según cuáles sean las más producidas se definirá el sexo hormonal. Debido a que producen el desarrollo y diferenciación de los carácteres sexuales han recibido por la ciencia de principios del siglo XX el nombre de "hormonas sexuales" y se diferenciaron en "femeninas" y "masculinas", aunque se producen y generan efectos en ambos sexos. Una mera cuestión social de cómo llamar a las sustancias ya que muchos nombres fueron propuestos, como hormonas ambisexuales u hormonas esteroideas de crecimiento, pero no tuvieron cabida pues, el sexo vende.
Las masculinas son los andrógenos como la testosterona y las femeninas son los estrógenos como la estrona, el estriol y el estradiol. Sin embargo, están presentes en todos los humanos pues otro sitio además de las gónadas las produce: las glándulas suprarrenales, que están arriba de los riñones. Inclusive, la testosterona puede convertirse en estradiol, y se detectó que en los machos aproximadamente un 80% de los estrógenos circulantes derivan de la testosterona. Teniendo todo esto en cuenta, se podría decir que hablar de sexos hormonales puede ser debatible, incluso siendo que durante la vida adulta los niveles hormonales pueden variar y las cantidades a partir de las cuales se considera macho o hembra son determinadas por organizaciones humanas.
Lo que sí es más claro, es aquel primer tipo que mencioné: el sexo fenotípico. Es la manifestación directa de la acción de las hormonas en características físicas diferentes para cada sexo que reciben el nombre de dimorfismos sexuales. La clasificación en sexo masculino o femenino tradicional se basa en las características sexuales primarias, es decir, los genitales. Sin embargo, una vez más, hasta la semana 6 estos son bipotenciales y es el gen SRY el que activará ese modo macho. Una vez funcionales los testículos, comenzarán a secretar sustancias mensajeras que provocarán que se formen los conductos genitales masculinos, glándulas anexas, el pene y el escroto. En el caso de las hembras, no hay gen SRY por ser XX así que se forman los conductos genitales femeninos, glándulas anexas y vulva.
Por su lado, las características sexuales secundarias comienzan a ser visibles a partir de la pubertad (9-14 años) cuando la producción hormonal aumenta y muchas células se sensibilizan a su acción. Así un humano macho tendrá una piel grasa que suda mucho (y desprende un olor...) y cubierta de abundante vello, voz gruesa, tórax y hombros anchos y, en comparación con las féminas, será más alto y con más masa muscular. En cambio, una humana hembra poseerá menos vello (salvo el púbico), caderas anchas, mayor cantidad de grasa subcutánea acumulada y mamas y pezones desarrollados. Claramente, esto sin tener en cuenta el continuo intersexual que puede darse según los niveles hormonales.
Por último, otra característica fenotípica es el dimorfismo sexual presente en el encéfalo humano, sin embargo, el auge de su estudio se produjo en los últimos 50 años y la existencia de una discordancia con los dimorfismos externos exige hablar de otro tipo de sexo, el sexo cerebral. A pesar de diferenciar se cerebros masculinos y femeninos, esas diferencias apuntan a un mismo fin: maximizar el éxito reproductivo.
La llamada teoría hormonal de diferenciación sexual del encéfalo, nos cuenta que para formar un cerebro masculino y tener comportamientos reproductivos de macho se necesita de la testosterona cuando se es un embrión dentro de la madre. Aunque no es la testosterona en si quien actúa, sino forma convertida en estradiol. Irónicamente una hormona femenina esculpe el cerebro masculino.
Respecto a la anatomía, la principal diferencia se ha encontrado en los núcleos del hipotálamo, zonas donde se concentran los cuerpos de las neuronas; siendo que los machos poseen esta zona 2,8 veces más grande que las hembras. Y no solo en humanos, lo mismo se halló en macacos, ratas, ovejas y codornices. Así que recibe el nombre de núcleo sexual dimórfico (NSD) y se encarga de regular la secreción hormonal y el comportamiento sexual y maternal.
Por otro lado, otra región hipotalámica, el núcleo periventricular anterolateral, que se relaciona con la regulación neuroendocrina de la reproducción, es mayor en las mujeres que en los hombres. También hay diferencia en las áreas de la corteza cerebral: en las hembras poseen mayor volumen las áreas relacionadas con la cognición (corteza frontal) y las respuestas emocionales (corteza límbica); en los machos es mayor la corteza parietal (percepción espacial) y la amígdala (excitación emocional). Esto indicaría por qué en general las mujeres son más eficientes en pruebas de tipo verbal o motricidad fina, y los hombres lo son en pruebas espaciales como identificar formas.
Además de las diferencias anatómicas, también hay diferencia en los químicos que envían señales por el sistema nervioso (neurotransmisores). Por ejemplo, la acetilcolina para comunicar neuronas y músculos es elevada en hembras, pero sus acciones son más potentes en machos. Ante el estrés crónico, el sexo masculino presenta sensibilidad a la dopamina y la serotonina, y el femenino a la noradrenalina.
Así, abarcamos cómo la diferenciación sexual humana varía según el nivel que se mire y existe la posibilidad de diferentes combinaciones entre estos sexos. Conviene resaltar que nos quedamos en el ámbito puramente biológico, ya que para el ser humano la psiquis y la sociedad formarán otros conceptos que completan su sexualidad, hablo del género, la identidad sexual y de género, la orientación sexoafectiva, etc. Aun así, esta rauda mirada nos expone lo complejo de reducir al Homo sapiens a tal o cual sexo.

-Guillermo Escobar

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